Recién sacado el carnet de conducir, allá por el año 1980, me aventuré a un viaje a la Sierra Norte de Sevilla en busca de unos supuestos faroles de trenes que estaban abandonados en una estación de esta zona. Los resultados fueron infructuosos, pero llegué a Cerro del Hierro y pude observar la majestuosidad de sus instalaciones. Desgraciadamente no llevaba una máquina fotográfica, pero comprendí que aquella era mi maqueta. Veinticinco años después he llegado a reproducirla, aunque en una versión idealista y romántica. Además, la falta de espacio me impide realizar todas las maniobras que en un tiempo se podían realizar en estas instalaciones.
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